Por: Hernán Tena Cortés
@Hernan_Tena
English below / Inglés abajo
Colombia es un país encantador, caracterizado por la amabilidad de sus gentes, su diversidad gastronómica, su clima y entre otras cosas, por su diáspora migratoria a diferentes orientes del mundo.
Por décadas sus habitantes han sobrevivido a un sinnúmero de conflictos que han cobrado muchas vidas, desapariciones, secuestros, crímenes de lesa humanidad y quebrantos económicos que han terminado por ocasionar la migración de sus habitantes.
En el año 2016 se firmó el tratado de paz que permitió la dejación de armas del grupo guerrillero más grande que para entonces operaba en su territorio, las FARC. Este proceso se llevó a cabo bajo el gobierno de Juan Manuel Santos, presidente que recibió el premio Nobel por gestionar la paz con resultados históricos.
Lo que para muchos sería positivo, para otros terminó siendo catastrófico. El país se dividió en dos orientes, los que apoyaban el proceso de paz y los que no, los primeros siendo simpatizantes del Presidente Juan Manuel Santos y de otros sectores políticos que aplaudían la reconciliación y los segundos, liderados por Álvaro Uribe y su partido político Centro Democrático.
Desde entonces se viene gestando una bomba de tiempo, pues la mitad de la población discrepa del manejo que se le dio a la entrega de armas y la otra mitad, está “mamada” de Uribe y su narrativa. Cabe aclarar que este último fue presidente desde el 2002 hasta el 2010 y que al terminar su periodo, postuló a Juan Manuel Santos argumentando que él daría continuidad con sus políticas.
Luego de ver que no fue así, postuló en 2018 a Iván Duque para que recuperara a Colombia y la sacara según él del vacío en el que la dejaría Santos. Duque ganó las elecciones y el país empezó un retroceso en materia de seguridad, pues el país revivió una cantidad de conflictos que ya estaban quedando en la memoria, los mismos que se agregaron al número ilimitado de problemáticas sociales que se estaban tratando de combatir.
En el 2019 se llevó a cabo una huelga histórica que incluyó a los diferentes sectores sociales y que fue interrumpida por las fiestas navideñas y la pandemia que se sumaría a los males del país a partir del año 2020. El gobierno se alcanzó a reunir con algunas centrales obreras, pero se presume que no cumplió con los compromisos pactados.
El 2020 fue un año muy difícil para el mundo, en Colombia no se esperaba menos. El resultado se vio reflejado en este 2021, las cifras de desempleo se elevaron de manera ostensible y los índices de pobreza se acercaron a la escandalosa cifra del 40%. En Risaralda por ejemplo se superó dicha cifra, aclarando que es un departamento cuya fuente económica principal son las remesas.
En medio de este debacle social, el Presidente Iván Duque y su Exministro de Hacienda Alberto Carrasquilla presentaron una reforma tributaria regresiva que en su mayoría afectaría a la clase media y obrera. Pasaron por encima de las sugerencias realizadas por organizaciones internacionales y sectores políticos locales, sugirieron agregar IVA a servicios exequiales, aumentar el impuesto a la venta en el combustible, declaración de renta para ciudadanos que ganen un poco más de dos salarios mínimos, entre otras medidas que sólo aumentarían los índices de desigualdad en el sexto país más desigual del mundo. Por fortuna, se logró la renuncia del Ministro y el retiro de la reforma, aclarando por parte del Presidente, que se presentaría otra menos draconiana.
Las medidas anteriores y una acumulación de sucesos de los que el pueblo venía cansado, llevaron a las centrales obreras a declarar una huelga para el 28 de abril, declaración que se dio en el peor momento del tercer pico de la pandemia y en el transcurso también de toques de queda y restricciones para contrarrestar el virus.
El 27 de abril en la noche, la Magistrada Nelly Villamizar emitió un fallo que daba la orden a alcaldes y demás autoridades a retirar permisos para que la huelga se realizará. Agregó en su fallo, que no podía haber manifestaciones hasta tanto y la población estuviese vacunada. Lo anterior va en contravía del derecho a la protesta y como era de esperarse, calentó los ánimos en los diferentes sectores sociales del país, sin embargo no impidió que la huelga se realizara.
Las manifestaciones se llevaron a cabo en su mayoría de manera pacífica, sin embargo, cómo podía suceder, la ira de algunos manifestantes se tradujo en actos de violencia contra la propiedad privada y el Estado que los reprime.
Por eso, el expresidente Álvaro Uribe escribió en su cuenta de Twitter un mensaje invitando a las fuerzas armadas a ejercer el derecho al uso de las armas, mensaje que el Presidente Iván Duque parafraseó dando la orden de militarizar ciudades como Cali, Pereira, Bogotá, Medellín, entre otras. Algunos alcaldes se opusieron y no lo permitieron, mientras que otros, como el de Pereira, inclusive invitaron a la creación de “frentes privados de seguridad”, al mejor estilo de las “CONVIVIR”.
Hoy seis de mayo, las protestas llevan más de una semana, han cobrado vidas inocentes, el pueblo se está enfrentando contra el pueblo, y las personas se están desapareciendo. Se estima que las pérdidas giran alrededor del billón de pesos, decenas de ciudadanos están desaparecidos y mientras se escribía esta nota informativa, asesinaban al joven Lucas Villa en el Viaducto César Gaviria Trujillo de la ciudad de Pereira. Mientras tanto, en Cali no escampa, hoy la capital del Valle es primera plana en muchos diarios del mundo.
Por lo anterior, los colombianos alrededor del mundo se han reunido con el fin de marchar por las principales ciudades clamando ayuda humanitaria y pidiendo a los defensores de Derechos Humanos que ayuden al pueblo colombiano, el 04 de mayo los connacionales residentes en la República de Irlanda alzaron la voz en Dublín, Waterford, Galway, Clonmel y otras ciudades, usted que está leyendo esto, sin distinción de su nacionalidad, ayude a compartir con el “hashtag” #SOSNosEstanMatando o #SOSColombia.
Dediquemos un minuto de silencio a las víctimas y a esas madres que una semana antes del día de la madre, perdieron a sus hijos en una huelga que hasta ahora lleva una semana cobrando vidas inocentes, producto de un gobierno testarudo que considera la fuerza para silenciar a un pueblo que busca el diálogo. Gracias totales, a todas las organizaciones internacionales que ya se han pronunciado.
¡Acta Est Fabula!
Hernán Tena Cortés es docente del magisterio y docente universitario, periodista por afición y gestor cultural de origen colombiano. Actualmente se desempeña como pedagogo social en Irlanda y adelanta estudios de Doctorado en Pensamiento Complejo.
Colombia, from enchantment to heartbreak in a few hours!
By: Hernán Tena Cortés
@Hernan_Tena
Colombia is a charming country, characterized by the kindness of its people, its gastronomic diversity, its climate and, among other things, by its migrant diaspora all over the world.
For decades its inhabitants have endured countless conflicts that have claimed many lives, disappearances, kidnappings, crimes against humanity and economic losses that have forced many of its inhabitants to flee the country.
In 2016, a peace treaty was signed that facilitated the laying down of arms of the largest guerrilla group operating in its territory at the time, the FARC. This process was carried out under the government of president Juan Manuel Santos, who received the Nobel Prize for negotiating this historic peace.
Yet, what for many was positive, for others ended up being catastrophic. The country was divided into two camps, those who supported the peace process and those who did not, the former being sympathizers of President Juan Manuel Santos and other political sectors that applauded the reconciliation, and the latter, led by Álvaro Uribe and his political party Centro Democrático.
Since then, a time bomb has been ticking, since half of the population disagrees with how the surrender of weapons was handled and the other half has been “sucked in” by Uribe and his narrative. The latter was president from 2002 to 2010, and when his term ended, he nominated Juan Manuel Santos in the belief that he would continue his policies.
When he saw that this was not the case, he put forward Iván Duque in 2018 to take back control of Colombia and take it, in his point of view, out of the void in which Santos would leave it. Duque won the elections, in a major setback to peace in the country, as a number of conflicts that had begun to be left in the past were revived – these conflicts were added to the numerous other social issues being tackled.
In 2019, a historic strike was carried out that included the different social sectors. The strike was interrupted by the Christmas holidays and the pandemic that would add to the country‘s ills as of 2020. The government did meet with some labor unions, but it is understood that it did not comply with the commitments agreed.
2020 was a very difficult year for the world, and no less was to be expected in Colombia. The result was seen this year in 2021, as unemployment figures rose ostensibly and poverty rates approached the scandalous figure of 40%. In Risaralda, for example, even this figure was surpassed, although it is a region whose main economic income is from remittances.
In the midst of this social debacle, President Ivan Duque and his former Finance Minister Alberto Carrasquilla presented a regressive tax reform that would mostly affect the middle and working classes. They ignored suggestions made by international organizations and local political sectors, suggested adding VAT to funeral services, increasing the sales tax on fuel, income tax for citizens earning a little more than two minimum wages, among other measures that would only increase the level of inequality in what is the sixth most unequal country in the world. Fortunately, the Minister resigned and the reform was withdrawn, and the President clarified that a less draconian reform would be presented.
The previous measures, added to an accumulation of events of which the people had become tired, led the workers’ centers and unions to declare a strike for April 28, a declaration that took place at the worst moment of the third peak of the pandemic and also in the midst of curfews and restrictions to counteract the virus.
On the evening of April 27, Magistrate Nelly Villamizar issued a ruling ordering mayors and other authorities to withdraw permits for the strike to take place. She added in her ruling that there could be no demonstrations until the population was vaccinated. This goes against the right to protest and, as expected, only further angered the different social sectors of the country, but did not prevent the strike from taking place.
The demonstrations took place mostly peacefully, however, as it happens, the anger of some protesters took the form of acts of violence against private property and the state that was repressing them.
For this reason, former President Álvaro Uribe published a message on Twitter inviting the armed forces to exercise the right to use arms, a message that President Iván Duque paraphrased by giving the order to militarize cities such as Cali, Pereira, Bogotá, Medellín, among others. Some mayors were opposed to this order and did not allow it, while others, such as the mayor of Pereira, even invited the creation of “private security squads”, in the best tradition of “CONVIVIR” [Civil War-era right-wing paramilitary forces].
Today, May 6th, the protests have been going on for more than a week, innocent lives have been taken, people are being pitted against people and people are disappearing. It is estimated that the financial losses will run to around a billion pesos, dozens of citizens are missing and while this report was being written, young Lucas Villa was murdered on the César Gaviria Trujillo Viaduct in the city of Pereira. Meanwhile, in Cali there is no let up, today the capital of Valle is on the front page of many newspapers around the world.
On May 4, Colombians living in the Republic of Ireland raised their voices in Dublin, Waterford, Galway, Clonmel and other cities, you who are reading this, regardless of your nationality, help to share with the hashtag #SOSNosEstanMatando or #SOSColombia.
Let’s dedicate a minute of silence to the victims and to those mothers who a week before Mother’s Day, lost their children in a strike that so far has been claiming innocent lives for a week, product of a stubborn government that uses force to silence a people that seeks dialogue. Thanks to all the international organizations that have already spoken out.
Hernán Tena Cortés is a teacher and university professor, journalist and cultural manager from Colombia. He is currently working as a social educator in Ireland and is pursuing a PhD in Complex Thought.
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